Asómate a mi interior.
Apelo a tu cordura.
¿No entiendes
mi verdad eres tú?
Debo confesarte
-de una vez-
todo lo demás
que ha vivido mi piel
fueron cantimploras vacías.
Lamentables manchones.
Nada que importara.
Nada trascendente.
Contigo aprendí un día
a contemplar el cielo
en colores arco iris.
A admirar los nubarrones
y no temer las
tempestades.
A escuchar el canto
de los arboles
arrullando mis sueños
en el vaivén de sus hojas
en cada posible latitud…
Recuerdo el aroma
de la flor de los olivos.
Las hileras de olmos
en los parques.
Los vetiveres
y sus profundas raíces
alineando las aceras
que caminábamos.
El perfume que dejaba
en el viento tu huella
al ir andando
tomados de la mano.
Todo lo recuerdo.
Solo he olvidado dos
cosas.
Si algún día me amaste.
Si algún día supiste mi
verdad.
