Estudias mi cuerpo al compás
escudriñador de tus ojos, desmenuzando sediento mis formas, deshebrando por
separado cada uno de mis movimientos y sintiéndome incendiaria y luminosa en
tus brazos de latitudes longitudinales y anillos de luz en la luna llena… Noche
de aullidos de fieras hambrientas, besos y arrullos contagiosos que columpian nuestra tenaz
fugacidad, briosos y arrebatados. Y caminas de pies descalzos y furtivos los
desarticulados menesteres de mis lúdicos versos incitando tu esencia de varón
inquieto y firme para arremeter sin ostias, sin sacramentos, ni arrepentidas
confesiones, el querer bañarte sumergido en las aguas saladas de mi fuente y
beberlas para redimirte sin penitencias. Y yo que te adivino en mi cama de
piedra, cerrojos y pétalos, abro las posibilidades a tu arrebolado antojo a que
penetres mis laberintos… tan húmedos, tortuosos y anochecidos.
Dora Elia.
7 de Diciembre 2016.
EE.UU.
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