viernes, 15 de junio de 2018

Y MORÍAMOS.




Pero estuvimos de paso
en incansable vuelo diez años.
Y nos consumió en su tumba
aquél abismo indómito
que escupía necedades
y regurgitaciones de vacíos,
soledades
y distancias.

¡Y fue tu claustro más que amado!
Tu prohibido e inconfesable amor
de aquél enfurecido ayer
lo que trastornó al mío
desatándome las tempestades
ebria y enloquecida.

Y moríamos juntos
y moríamos aparte
y morimos de ahogos
y estertores
y sequedales
y parajes sin cantos
ni diluvios
ni brochas y paletas
que pintaran en óleos
sus aves de colores.

Yo te pronuncio infalible
en el cortejo de la vida
corriendo los andamios insufribles
en todos mis corredizos
anochecidos
y deslumbrados 
y te denuncio ante el mundo
como la singular partícula del universo
que jamás antes de ti,
o después,
se cruzara ante mis ojos.

Yo amor mío,
príncipe de mi hambre
y autor de mi sed sin calma,
hacedor de mis orgasmos al galope,                                                                        
carcelero de mis sueños,
inequívoco redil de mis deseos…
yo te acuso de enamorarme.

Mas…
yo también,
encima de mis hombros cargo culpa,
porque nadie cae al fondo
si no anda con la guardia desarmada
y el descuido a flor de piel.

Y al final de todo,
sin pretextos,
sin rodeos,
y sin excusas,
es que yo te buscaba…
buscaba mi destino sin saberlo.

Yo me acuso a mí misma sí…
y no me arrepiento sin embargo,
porque nos vivimos de lleno
y nos bebimos juntos
hasta rompérsenos la copa.

Dora Elia.
15 de Junio 2018.
EE.UU.
Derechos de autor.
 Imagen de la red.




MANANTIALES DE LUZ.


Yo hablo a los trastornos
de tus voraces secretos
en voz melodiosa y bajita
que tan sólo mis musas escuchen
y vuelquen mis lamentos para ti
en un poema preciso y exacto
oriundo de mis ninfas tortuosas
enredadas en nudos de plata y oro
y te desnuden mi alma gota a gota.

Yo hablo en un susurro a tus ojos
y que ellos lo conviertan luego
en un suspiro tan profundo
como los abrojos que me acechan,
me acorralan,
me atrapan,
y me atan a tu aljaba.  
Yo amor,
quiero acurrucarme allí
en tus recónditas caricias
hasta que brote de nosotros
luz en manantiales.

Dora Elia.
15 de Junio 2018.
EE.UU.
Derechos de autor.
Imágen de la red.




miércoles, 6 de junio de 2018

INÚTILMENTE.


Así me desgañite de pensar,
habiendo hecho las ilusiones
vanamente en aquél entonces...
aquél entonces, sí,
de tiempos desfondados y en bruto,
donde pensé, que todo aquello
tenía una razón plausible,
un futuro, una esperanza ciega
o si al menos,
un deshilacho de posibilidad.

Pero no,
siempre lo supe,
que era en vano,
más bien,
una idea en descabello,
destartalada e ilusa.

Porque, fíjate bien,
que ésta vida con sus menesteres,
podrá ser un cierto cúmulo
de locos desatinos,
{y damos algún tumbo
por aquí y por allá}
pero no es estúpida.

¿Cuál fue entonces
el motivo que me aposté
en mi obstinado macho
y me fui aventando
en carrera desbocada
sin frenos, ni rienda?

Y fui a tropezones de hocico
levantando el polvo de entre las piedras
abriéndome brecha lado a lado,
largo y ancho,
al chasquido tronador y crepuscular
de fauces descomunales,
tan serpentinas,
encrestadas y herrumbrosas
que me latigueaban
hasta macerarme.

Y ahora que lo pienso,
dudo si tuve pizca de cordura,
creyéndome infalible en el tiempo.

Inútilmente, digo, porque al final
opté por abandonar la añoranza desnuda
y cualquier sentimiento rezagado,
contigo y para ti,
y con libertad desates
el listón de otros cabellos.

Por cierto, así es.
A veces no se llega
a buen estado de cuenta
por más que se esfuerce.

Hasta que aprenda y mientras tanto
seguiré haciendo surcos en la tierra,
recorriendo el camino,
tropezando
y levantándome mil veces.

Dora Elia.
6 de Junio 2018.
EE.UU.
Derechos de autor.