Cuántos besos
se quedaron ahogados.
Aquellos que nacían
y gemían
y gemían
y corrían
como aguas térmicas
de mi interior.
Y brotaban...
Brotaban como mariposas
de su vestimenta-oruga.
Fluían como manantiales
liberados del fondo
para quedarse inertes…
a ciegas
de tanto buscarte
en mi almohada.
Hoy
por más que trato
de borrar la luna del cielo
para no recordarte
vuelve con insistencia
cada noche a aparecer.
No sabes tampoco
cuántas luces
no he sabido apagar.
No sabes muchas cosas…
¡Por dios!
¡Cuántas cosas no imaginas!
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