Me suelto el cabello
a ir y respirar el aire
puro
de una tarde impaciente
como se inhala la
fragancia
de una llovizna en la
noche.
Salgo danzando al viento
a oxigenar mis neuronas
tan ciegas y esclavizadas
de aquel amor de azufre
y letargos insufribles.
Ellas, sí…
mis pobres neuronas
que no dejaron guardado
ni un espacio libre
para caminar sin prisa
y pisar el suelo firmemente.
Y ahora…
quieren emprender el vuelo
buscan fluir
correr
jugar
columpiarse despreocupadas
bajo un árbol frondoso.
Ahora entonces…
voy a soltar los dogmas de
mi pelo
abrazar esquemas sin lógica
romper toda regla
establecida
desnudar el alma hasta
alegrarse.
Aceptaré las caricias
de un andante caballero.
Un quijote cualquiera
que me ayude
a poner el recuerdo
de su nombre infiel
en el cofre del pasado.
Dora Elia.
30 de Agosto 2017.
EE.UU.
Derechos reservados de
autor.
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