que se ha distraído de mí
y corre desnudo por doquier
persiguiendo el aroma
de quimeras blancas
en camuflaje de hadas azules.
Disuadirlo en
elocuencia
venga a morar -verídico-en los tálamos moribundos
de mi ennegrecido árbol
revolviendo mis raíces en trastorno.
Atropelle el
entender
insinúe
obligados hacia afueramis encallecidos sentires
que abandonen
-sin pensar dos veces-
amarguras de antaño
en el tiempo almacenadas
en cisternas de lodo y herrumbre.
Y labrar la
tierra
rasguñada con
las manosregándola con azúcar y miel
y construir de tiernas
y fieles caricias
un insomnio fortuito.
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