domingo, 28 de octubre de 2018

CORAZÓN APASIONADO




 Desperté una mañana;

mi corazón, que debía estar

tan atado al interior de mi pecho,

con todo tipo de cuerdas,

lianas, sogas, amarres y mecates,

estaba a un lado de mi cama

tirado en el suelo.



Al caer se había partido

en sus cuatro compartimentos,

una que otra ranura y algunas

despostilladas y abolladuras

por aquí y por allá.



Lo observé con cuidado

¡yo atónita, demudada

no sabía que hacer!;

si levantarlo

–no sabía cómo de por sí-

o no moverlo…

{tal vez lo pudiera todavía pegar}.



Sus dos atrios y el ventrículo derecho

tenían en su interior mil y una cosas…

lo usual digo, lo común,

las penas, las glorias,

los triunfos, los fracasos,

alegrías, tristezas,

decepciones, desengaños,

inseguridades, dudas,

y claro,

por diferentes lados aparecían

equilibradas locuras, o locas corduras,

no sé cómo catalogarlas o describirlas



Me llamó la atención muy seriamente

su ventrículo izquierdo…

el verbo, la acción,

el más vinculado con el existir,

portento de bombeo el suyo,

fuerza en su más pura construcción,

musculado como un caballo salvaje,

que nos sustenta y nos da la vida.



Yacía en sus adentros un charco de sangre,

formado ya en un vil, pobre coágulo.

Destilaban sus poros una fuerza misteriosa

¡pareciera respirar emociones!



De su interior sobresalían tres estructuras,

por demás extrañas.

Me acerqué con gran cautela

¡oh sorpresa la mía!

estaban abrazados muy juntitos

el amor, el odio y ésa pasión

tan editada e increíble que lo caracteriza.



Le dije;

corazón loco

¡cómo puede ser, estoy anonadada!

¡no es posible, quien jamás te lo creería!

Quien te dijo que eso se puede hacer ¡por favor!

Corazón loco…

estás rotundamente equivocado

¡no entiendo cómo puedes decir que amas

si tanto odias a la vez!






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