Que me dueles en el punto
infinito más recóndito de mi existencia. En ese pedazo de alma reservado para un
amor postrero. Como se busca en el desierto un mendrugo de pan –perdido en las
arenas tal vez- y un fortuito hilo de agua que calme la sed por un momento.
Y sucede…
Que dueles también en la circulación
que te extraña en medio de incongruencias. Desde la más inmutable razón, perdida
en la nada.
Y en el contrato de tu
piel, auto retrato de la mía, dibujada en tinta roja. Abrasándonos en un tizón.
Sin la violencia de antiguas llamaradas y sus extrañas locuras. Apasionada ilusión
en quieta calma que enervaba los sentidos de cualquier manera.
Más también suceden los
espejismos.
Suceden mariposas
traicioneras que se aglutinan en el vientre revoloteando sin cesar… erróneas y
ciegas.
Y yo –ciega también- dejándome
llevar en sus alas. Deshilaches de alas, medio desquebrajadas de tanto volar a
contra-viento. Réquiem para su agonía.
Dora Elia.
16 de Marzo 2016.
EE.UU.
Derechos reservados de
autor.
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