miércoles, 6 de julio de 2016

APRENDÍ



A vivir sin tus entrañas
aun cuando las mías
-estas que llevo dentro sin propósito
o razón alguna a veces creo-
iban languideciéndose
como flores marchitas
sin darme cuenta.

A contar en saco roto
con desértica mirada
los infames tic-tacs
del pedazo burlón de reloj…
formando sus días
con cuarenta y ocho horas
de doler la ausencia. 

A enjugar mis lágrimas de mar
en su tibia carrera cuesta abajo
con el triste pañuelo roto
de algunas cosas buenas
habían quedado por ahí
en mudo y ciego vacío
en el desvencijado ático
de un cítrico recuerdo.

Aprendí a nadar
en la insignificancia
de contadas arenas
que hacían remolinos para asfixiarme
y a estirar la mano
para atrapar del viento
-entre mis dedos casi fríos-
unas cuantas bocanadas
evitando el estertor.

Aprendí a no sé qué.
A ser tal vez…
un robot sofisticado.
Una autómata sin alma.
Una muerta encarnada entre vivientes.
O viva sin osamenta entre los muertos.
Todavía no sé…
Si aprendí a andar la vida
o si voy aún a gatas por el suelo.

Dora Elia.
4 de Julio 2016.
EE.UU.
Derechos reservados de autor.









No hay comentarios:

Publicar un comentario