No supe cómo, cuándo o dónde…
Solo sé que empezó a pulular mi alrededor en un baile de puntillas, aleteando
en el vientre de mis letargos, inundando mi oído con su repiqueteo de campanas
como flor de mediodía. Que mis ojos deslumbrados con su imagen -proyectada en
directo al núcleo de mi retina- no sabían qué hacer en su invidencia, más que
andar a tientas en lo oscuro buscando embriagar las yemas de mis dedos con el dulce
veneno que destilaba su piel.
Solo sé que ahora estoy
aquí, de alas semi-descosidas-medio-rotas, sin poder alzarme a buscarlo. Y
beber su pócima de nuevo. Y comerme su respiración… -Porque la hice tan mía, tan
digerible y sempiterna para calmar mi sed-. No sé cómo volverme a sentir paloma,
golondrina y ave cantora bajo el sol, revoloteando en su pelo… picando mi
alimento de su mano. No sé cómo hacer, para sentirme pieza a pieza parte de
aquella luna azul y reflejar en mis poros su fulgor como antaño.
Dora Elia.
15 de Julio 2016.
EE.UU.
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