martes, 22 de septiembre de 2015

AQUEL POEMA.

Y se hizo la poesía
y tomó forma


se deslizó en la piel
e inundó los sentidos.

Se hizo verbo
se anidó en la luna
la bebí en mi copa
hasta quedar de ella ebria…

Me bebí su magia, sí,
que convertía mis ojos
en naciente Andrómeda.  

Y llegó la noche…
corría en mi sangre
con vehemencia ardiente
-ambrosía sublime-
y trastornó mi almohada
enredándose en mis piernas.

Y me incitó aquel hombre  
como la pluma a un verso…
y escribió en mi piel
brocado y terciopelo.

Lo paladee en mi boca
de norte a sur…
sus labios incitantes
se vistieron de los míos
desencadenando en mí
una tormenta.

Y las musas delirantes
se inclinaban a observarnos
mojándose los labios
inspirándonos mil letras.

Y fue entonces
-solo entonces-
que el mar ganó cordura
y volvió por fin
a recobrar la calma…
creando de los dos
aquel poema.


















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