Y me convertí en el símbolo donde yo misma
me arrastré, donde quise ir… ese sitio donde sólo las tontas nos colocamos por
nuestro pie… el olvido propio por atender a los demás.
Un día abrí los ojos… mi realidad sólo era una.
Me vi la sirvienta, la esclava, la que lo remendaba todo, la hacedora de milagros, la incondicional, la que todo lo daba sin esperar nada a cambio, sin exigir. Y en una vuelta de la vida, al voltear la esquina cambió mi esquema, cambié yo…me cambió la vida, me cambió todo.
Me desvestí de mi pudor en el momento necesario y volé en las alturas más inconcebibles en los brazos de mi amante tocando las puntas del cielo al fin enamorada…entiéndanlo las mentes timoratas (si hay alguna por ahí tal vez) la virtud no está en la fieldad a un hombre que no hace el amor, sino el sexo… ese que solo busca saciarse… ese que el sexo es su dios buscando su propio placer…que al quedar satisfecho se voltea al otro lado a roncar.
Y
se volvió la princesa de los cuentos de hadas...y la princesa buscaba cada
salida, cada oportunidad, fortuita o inventada… la princesa era mágica…volaba
alto, volaba feliz. La princesa ahora tenía una historia para acompañarla el
resto de su vida.
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