Te dejo las tardes de lluvia
que en la ventana tocaban
mientras acurrucados
frente al crepitante fuego
nos recorría la pasión.
Te dejo mi luna encendida
debajo de tu almohada
para que arrulle tus sueños
con destellos jaspe-plata.
Te dejo la copa de vino
aun marcada en su borde
con mi rojo labial
por si una solitaria noche
te da por probar
de nuevo mis besos.
El canto del jilguero
que al pasar bajo su árbol
tomados de la mano
una canción nos regalaba.
La guitarra bohemia
que lloró en su madera
tristes notas
al vibrar sus cuerdas
acordes con tus dedos
en nuestra despedida.
Te lo dejo todo
no me llevo cosa alguna
nada necesito
si mi mundo eras tú.
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