Hay que darle el resquicio de un umbral al corazón para
guarecerse cuando acosa la nieve. Un diminuto espacio al menos para evitar la
lluvia. Y es que él sangra algunas veces unas gotas distintas, ignoradas entre
el bullicio de sus ríos torrenciales. Son gotas marcadas con otro tinte de
rojo. Un rojo inexplicable, no encontrado en la gama y el espectro. Gotas
desiguales a las demás que le dan un gélido sentir y provocan derrumbes. Se
dice que cuando se cierra una puerta se abren otras. ¿Será cierto? No sé, porque
a veces parecen cerrarse todas. Y después de la tormenta un día me olvidarás y
en los molinos de mi mente irás aun girando, girando sin motivo y sin rumbo. El
viento intentará sembrar la semilla de mi nombre por donde caminas para que no me
olvides, mas igual, me echarás en saco roto y yo iré languideciendo sin tus besos.
Dora Elia.
13 de Noviembre 2017.
EE.UU.
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