ÁMBARES SEDIENTOS DE LUZ
Mil años de soledad
repiqueteando por las calles
con su sórdido silencio
aturden el zumbido de las moscas
cantando alegres por la ciudad.
Manojos de sueños ahogados
tropiezan con las piedras del arroyo
y de ámbares sedientos de luz
cubiertos de musgo en selvas sombrías.
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