Y me quedé en suspenso
envuelta en el manto de la negra noche
en lo inverosímil de mi suerte
que como un garfio se clavó en mi alma.
Un velo tan negro y sin salida
que como tentáculos ahogaba mis sueños
y mis indomables pensares
saltando de mi mente
en inicuo acto de rebelión.
Fue una noche sin estrellas
tan oscura como las mazmorras
de mis frustrados anhelos
y tan cerrada como un ataúd
sin dejarle a mi pobre pecho
un pequeño hueco de aire
para una bocanada siquiera.
Y aquéllos recuerdos
marchando sin tregua
se paseaban impunes
en mis solitarias horas,
tan silentes y extrañas
como el fondo de los siete mares.
Y escuché afuera
el lúgubre ulular del viento
que pretendía jugar con las
colgantes ramas de un sauce llorón...
aunque ahora pienso
era el plañir de sirenas
o de caracolas
o tal vez
el mismo Neptuno
que embravecido estaba.
Sólo sé que se nubló mi vista de pronto
y sentí que en mi cara la lluvia caía…
piedad
a cántaros sin tregua llovía.
envuelta en el manto de la negra noche
en lo inverosímil de mi suerte
que como un garfio se clavó en mi alma.
Un velo tan negro y sin salida
que como tentáculos ahogaba mis sueños
y mis indomables pensares
saltando de mi mente
en inicuo acto de rebelión.
Fue una noche sin estrellas
tan oscura como las mazmorras
de mis frustrados anhelos
y tan cerrada como un ataúd
sin dejarle a mi pobre pecho
un pequeño hueco de aire
para una bocanada siquiera.
Y aquéllos recuerdos
marchando sin tregua
se paseaban impunes
en mis solitarias horas,
tan silentes y extrañas
como el fondo de los siete mares.
Y escuché afuera
el lúgubre ulular del viento
que pretendía jugar con las
colgantes ramas de un sauce llorón...
aunque ahora pienso
era el plañir de sirenas
o de caracolas
o tal vez
el mismo Neptuno
que embravecido estaba.
Sólo sé que se nubló mi vista de pronto
y sentí que en mi cara la lluvia caía…
piedad
a cántaros sin tregua llovía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario