viernes, 30 de noviembre de 2018

ATAÚD EN EL MAR

Y me quedé en suspenso 
envuelta en el manto de la negra noche
en lo inverosímil de mi suerte 
que como un garfio se clavó en mi alma.

Un velo tan negro y sin salida 
que como tentáculos ahogaba mis sueños
y mis indomables pensares 
saltando de mi mente 
en inicuo acto de rebelión.

Fue una noche sin estrellas
tan oscura como las mazmorras 
de mis frustrados anhelos 
y tan cerrada como un ataúd
sin dejarle a mi pobre pecho 
un pequeño hueco de aire 
para una bocanada siquiera. 

Y aquéllos recuerdos 
marchando sin tregua 
se paseaban impunes 
en mis solitarias horas,
tan silentes y extrañas 
como el fondo de los siete mares.

Y escuché afuera 
el lúgubre ulular del viento 
que pretendía jugar con las 
colgantes ramas de un sauce llorón...
aunque ahora pienso 
era el plañir de sirenas
o de caracolas
o tal vez 
el mismo Neptuno 
que embravecido estaba.

Sólo sé que se nubló mi vista de pronto
y sentí que en mi cara la lluvia caía…
piedad
a cántaros sin tregua llovía.









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