Rasgué suspiros a la noche
que antaño moraban aletargados en los cofres y nudos de las cuerdas de mi voz. Se
desprendían incendiarios, veloces y enfrascados en su tema. Surgían en manantiales,
buscaban brotar a tus oídos en notas resonantes de violines y címbalos mientras
montábamos el escenario de frenéticos minutos conversando nuestras pieles
paso a paso, ensimismados en charla de caballería y equitación… Fuiste
luego deslizando tus calles adoquinadas de piedra en mis ahogos a trote tendido,
que en las turbulencias del vuelo me hacían girar de punta a punta. Pasaste de mis
páginas una tras otra dándoles la vuelta solo el tiempo necesario para sumergir
la pluma en el tintero y seguir poniendo en mi libro de tul, de arboledas, de círculos,
de letras y triángulos sedientos cada línea y comisura del amplio diccionario a
quedar mudo y en sequía de palabras. Se desnudó de pudores la luna y
resonaron relinchos en el eco.
Dora Elia.
16 de Septiembre 2016.
EE.UU.
Derechos reservados de autor.
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