Enmudecí ante su desnudez.
La imagen frente a mí hablaba de rincones y ángulos nacidos a los pies del
Olimpo, e incontenibles versos volaron a mi bajo vientre inspirándome a volar. Desplegaba
el arte de un poema escrito en hoja de dieciocho centímetros. Merodeaban los
dioses enredándose en mi pelo, inyectando mi cuello de perfumes, desnudando mis
hombros, seduciendo mis vías lácteas adornadas de almendras, erizando de
excitación mi savia y cada fragmento de mi rudimentaria corteza. Unos hilos de misterio
fueron deslizando al piso mis velos tormentosos… resonaron ecos de batalla
entre mortal y divino. Fueron danzando fantasías de punta, marchando en desfile
tête à tête. Al tiempo, desarticulado y en desdén, entre sonidos pujantes y el compás
de un reloj que languidecía, un duende enmudecido y vertiente manchaba de tarta
mi liguero… Y un nuevo sol, abriéndole a la mañana el paso entre mis cristales,
me robó el éxtasis despertando mi sueño.
Dora Elia.
21 de Septiembre 2016.
EE.UU.
Derechos reservados de
autor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario