¿Deberé amar
tus silencios también?
No puedo
por más que intento.
Son muertos que mis pies tropiezan…
y tus extravíos
me tiritan a media calle
parada bajo la lluvia.
Vago en las nimiedades
en solitaria oscuridad
de sembradíos sin fruto
y estancados laberintos
sin escape ni salida.
Encima te remolineas
en el claustro de mis huesos
lanzándome la soga
a maniatar mis pies
y cortar mis alas.
Ay…
¡Qué diera yo!
Por extirpar de mí
las rebeldías perplejas
de manchas moribundas
enredadas en mantas
que aún guardan tu aroma.
Y borrar con cloro
de mis amarillentas hojas
la tinta sangre
donde muchas noches
a solas
con tu nombre en mis pestañas
escribí tantos poemas.
Dora Elia.
3 de Septiembre 2016.
EE.UU.
Derechos reservados de autor.
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